You are currently viewing EL VIAJE O EL DESTION

EL VIAJE O EL DESTION

Comienza temprano en la vida. ¿Qué quieres  ser cuando seas grande?  

Estas ideas y pensamientos se plantan en nuestras mentes desde el principio de nuestro desarrollo como seres humanos, y a medida que maduramos y nos desarrollamos, solo se cimientan más. Nuestras respuestas pueden pasar de astronautas, presidentes y estrellas de cine a biólogos marinos, políticos o presentadores de televisión, pero aún así  se centran en el hecho de que somos lo que hacemos, reforzando la idea de que tenemos menos valor hasta que logremos  llegar  al destino de nuestro trabajo/ocupación soñado.

 ¿Pero quizás la pregunta que debemos de hacernos y a nuestros hijos es, Quien te gustaría ser cuando crezcas?

Cuando nos enfocamos en el destino o el resultado final, estamos olvidando que la vida tiene un principio, un medio y un final. Dios no nos creó para “convertirnos” algún día en lo que se suponía que debíamos ser. ¡Él nos creó de la forma en que se suponía que debíamos de ser desde el principio! Sí, maduramos y aprendemos nuevas habilidades a medida que crecemos, pero nuestra identidad no está en lo que hacemos, o en los títulos o nuestros talentos. Como hijo de Dios, nuestra identidad proviene de estar en la familia de tu Padre.

Tengo casi 20 años y recuerdo la primera vez que escuché la frase “Miedo a perderse algo” o “FOMO”. Me reí de lo ridículo que se veía y sonaba, luego, en el mismo momento, me identifiqué con el sentimiento. Si elijo comprometerme con una cosa, estoy diciendo que no a muchas otras oportunidades. Durante algunos años de mi vida, este miedo se apoderó de mí. Afectó mi relación de noviazgo que se convirtió en mi matrimonio, afectó mi trabajo como misionero y mis amistades.

 El deseo de tener relaciones profundas y diversión se convirtió en desesperación por encajar para no quedarme fuera. Al elegir dedicarme a un ministerio parecía que me estaba perdiendo lo que todos los demás estaban haciendo y experimentando. Aceptar una propuesta de matrimonio significaba tener en cuenta que esta relación prevalecería sobre muchas otras por el resto de mi vida. ¿Cosas buenas? Sí. Sin embargo, ¿qué hay detrás de todo esto? Miedo. A veces es fácil reconocer el miedo en nuestra vida, y otras veces acecha en el fondo provocando culpa y vergüenza. Estas emociones desafiantes nos hacen desear estar en un lugar diferente y soñar despiertos sobre cuándo podríamos llegar a este “destino” en nuestra vida, cuándo seremos completamente maduros y capaces de hacer cualquier cosa que nos propongamos: el día en que no tendrá fallas, y no tendremos que temer equivocarnos. Por mucho que deseemos que sea cierto, esa es una idea falsa.

Tal vez si nos enfocamos un poco más en el viaje en el que Dios nos tiene en lugar del destino de “algún día”, podríamos estar más contentos en este momento y convertirnos en esa persona que queremos ser más rápido. ¡La verdad es que no tenemos que esperar hasta “algún día” para ser la persona que queremos ser! Dios promete que Él nos conducirá y nos guiará, que Su Espíritu nos llenará y nos dará sabiduría, ¡AHORA MISMO!

Quítate ese peso de la plena responsabilidad de convertirte en quien quieres ser y deja que Jesús camine a tu lado compartiendo ese pesado yugo. Mira hoy, no mañana. Haz compromisos y elige cumplirlos, dándote cuenta de que hacerlo traerá carácter y perseverancia. Elige ver a las personas que SÍ tienes en tu vida como bendiciones en lugar de estar celoso de lo que crees que otras personas tienen en las relaciones.

La verdad última es que en esta tierra, viajamos hasta que un día nuestro viaje termina y llegamos a nuestro destino, que es el Cielo. Habla con cualquier Anciano en tu vida y te dirá que no ha dejado de “convertirse”, sino que ha aprendido a vivir un día a la vez. Tal vez la vida se parece un poco más a un viaje de Mapa con 8 paradas diferentes en lugar de un principio y un final. Entramos en un territorio desconocido y luego retrocedemos hacia lo familiar. Nuestro camino se entrecruza y retrocede, acelera hacia adelante y se detiene en un momento de inactividad. 

Mantengamos nuestros ojos en el premio: una vida con Jesús. 

Viaje adelante, mis amigos.